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viernes, 24 de enero de 2014

Marta Libedinsky: La enseñanza en el territorio de las artes siempre es un buen espejo en el que mirarse

Marta Libedinsky, magister en Didáctica por la Universidad de Buenos Aires, y con una destacada carrera como docente universitaria y consultora en temas de educación de organismos nacionales e internacionales, habla en esta entrevista de algunas facetas de la relación entre educación y nuevas tecnologías: desde las limitaciones de equipamiento y capacitación con que trabaja la mayoría de los docentes hasta su experiencia como tutora de los cursos on line del área de Educación de la Universidad de Harvard; desde la necesidad de que la oferta de capacitación en nuevas tecnologías sea diversificada, hasta el rol indelegable de la escuela como lugar de socialización de los niños, entre otras cuestiones que hoy están en el centro del debate.
 
 

 
—En su opinión ¿cuáles debieran ser los lineamientos didácticos que acompañen la capacitación de docentes en la aplicación de las nuevas tecnologías en su práctica profesional?

Marta Libedinsky:—Respecto de la capacitación de docentes en temas de nuevas tecnologías y sus aplicaciones para la educación, creo que hay muchas facetas para explorar y todas son bien interesantes.
Yo creo que una oferta diversificada, no uniforme para todos, sino según niveles alcanzados e intereses particulares, sería una buena idea. Una oferta que tenga en cuenta que los docentes son profesionales que gestionan proyectos educativos, que planifican, que enseñan, que evalúan y que están interesados en acceder a información actualizada y útil sobre la temática educativa, que les permita tomar las mejores decisiones. Si no se tiene en cuenta desde el diseño mismo de la capacitación para qué y en qué va a usar el docente lo que aprenda, creo que se está eligiendo un camino equivocado.
Si pienso en intereses y necesidades, imagino que algunos grupos de docentes estarán más interesados en convertirse en habilidosos operadores de computadoras (si todavía no lo son) y avanzar hasta donde necesiten, quieran o puedan; otros tal vez necesiten ver con claridad cómo se hace para integrar estas nuevas tecnologías en la enseñanza de las diferentes áreas, disciplinas o dominios de conocimiento que componen el currículo; otros estarán más interesados en aprender a construir criterios que les permitan seleccionar acertadamente recursos multimediales que hoy están disponibles en Internet; otros quizás ya estén listos para encarar sus propias producciones, sus propios recursos didácticos artesanales usando las nuevas tecnologías y quieran aprender cómo hacer para mejorarlos; otros tantos necesitarán saber de qué modo puede mejorarse el servicio que se ofrece, por ejemplo, desde las bibliotecas escolares, o cómo ampliar los canales de comunicación entre las instituciones educativas y las familias. Otros tal vez estén interesados en capacitarse para poder participar plena y activamente en proyectos colaborativos y prefieran capacitaciones puntuales para esos proyectos. Y otros estarán interesados también en conocer nuevos autores, nuevas conceptualizaciones, nuevas perspectivas, en reflexionar sobre las vinculaciones entre las tecnologías y la educación, su pasado, su presente, su futuro, lo que sucede en otros países, lo que sucede en otras escuelas.
La enseñanza en el territorio de las artes siempre es un buen espejo en el que mirarse, aun cuando uno no enseñe artes. Algunos querrán aprender a apreciar las producciones musicales elaboradas por otros, otros querrán aprender a tocar un instrumento musical sólo por el placer de hacerlo, otros querrán acceder a niveles más altos en la interpretación, otros podrán componer, otros podrán reflexionar sobre la música y otros tantos estarán en condiciones no sólo de hacer música, sino también de enseñarla a otros. Sólo algunos pocos podrán hacer todo eso y bien.

—Teniendo en cuenta que las nuevas generaciones tienen su primer acercamiento a las TICs desde el entretenimiento, ¿cómo cree Ud. que los alumnos perciben la inclusión de las nuevas tecnologías en su educación dentro del aula?
—Imagino que con placer, con expectativa, con interés. Un alumno que lee por placer se alegra cuando llega la hora de ir a la biblioteca, si esa biblioteca está pensada para él. Un alumno que disfruta de los deportes, se alegra cuando llega la hora de Educación Física, si se practican los deportes que él o ella prefiere. No me imagino a un chico ni a una chica que disfruta de las TIC y que las elige libremente, que se vaya a disgustar porque se incluyan en el aula. Seguramente esa inclusión dentro del aula le permita conocer otras posibilidades que las TIC ofrecen y que él o ella desconocían y que no pueden descubrir autónomamente. Creo que la intervención del adulto es fundamental en este sentido.

—¿De qué manera podrían optimizarse los usos de las TICs en el aula?
—Creo que todavía sabemos muy poco sobre esta cuestión. Hay que dar tiempo para que nuestras escuelas tengan el equipamiento que necesitan, para que tengan conexión a internet, para que los docentes puedan acceder a la capacitación que necesitan, para que detecten aquellos proyectos colaborativos en los que quieren participar. Falta investigación y falta mucho tiempo para poder responder a esta pregunta, creo yo. Con el tiempo tendremos respuestas, creo que hoy y aquí es todavía muy temprano para responder esta pregunta. Personalmente, fueron muy pocas las veces que tuve la oportunidad de enseñar en aulas con TICs. Como docente me encantaría poder enseñar en aulas bien equipadas, pero ya sabemos que son cuestiones que no dependen de la buena voluntad ni de la buena disposición de un docente ni de un equipo docente.
 
—Sabemos que se desempeña como tutora de los cursos on line de WIDEworld destinados al desarrollo profesional de educadores. Desde su práctica concreta ¿qué podría decirnos de los resultados del aprendizaje en línea de los docentes y educadores que participan?
—Los resultados son excelentes. Los cursos de WIDEworld están maravillosamente diseñados, los participantes son acompañados a lo largo de un proceso de estudio, reflexión y producción que dura doce semanas, de trabajo muy intenso; se generan intercambios muy ricos, se dialoga, y siempre agrega interés el interactuar con personas que viven en diferentes ciudades, con gente a la que uno no conoce personalmente pero con la que tiene intereses en común e ideas para compartir. Los grupos de estudio están integrados por personas que comparten el oficio de enseñar y la preocupación por hacerlo cada vez mejor, aun cuando sus áreas de especialidad sean diversas. Los equipos de instructores y tutores están en permanente comunicación para ir ajustando las decisiones al ritmo de lo que va sucediendo a lo largo de cada curso y en cada grupo. La plataforma en la que se trabaja es sencilla y de fácil manejo, lo que permite que participantes, instructores y tutores podamos trabajar con comodidad. Además, este proyecto no sólo fue concebido por profesionales prestigiosos y reconocidos en pedagogía y tecnología, sino que también cuenta con un equipo de investigadores calificados que está permanentemente monitoreando, evaluando, analizando lo que va sucediendo, comunicando las conclusiones parciales a las que van arribando. Así, en cada nueva edición de los cursos se hacen ajustes importantes. No sólo aprenden los participantes –y lo manifiestan–: aprendemos todos.

—¿Cree que el e-learning tiene aplicación en el primario y el secundario o sólo sirve para formación profesional y a nivel universitario?
—Creo que no se trata de niveles, sino que se trata de edades, de etapas de la vida. Los niños y los adolescentes, a mi criterio, tienen que ir a la escuela todos los días. Las escuelas son ámbitos indispensables de socialización, donde se interactúa cara a cara con pares y también con adultos, donde se aprende y se vive la vida.
Algunos proyectos se denominan, por ejemplo, escuelas secundarias virtuales, pero no son escuelas tal como las conocemos. Son programas en los que la innovación es curricular, es didáctica y es tecnológica. Todo al mismo tiempo. Estos programas no se desarrollan en una escuela sino en muchas simultáneamente. No son programas de instituciones individuales, son redes. Imagino que para un estudiante de nivel medio, tal como para el caso del profesional o del estudiante universitario, puede ser de interés participar de una experiencia de este tipo. Pero insisto en que no son escuelas, son programas en los que se busca que los especialistas aporten lo mejor que tienen para dar, que la tecnología aporte lo mejor que tiene para dar para enriquecer el currículo, que los adolescentes vivan nuevas experiencias interesantes y desafiantes en contacto con otros adolescentes que no forman parte de su núcleo habitual de compañeros y amigos, y que las escuelas se beneficien con programas que no estarían, de ninguna manera, en condiciones de desarrollar autónomamente.